Puerto Escondido no solo es un paraíso de olas y atardeceres mágicos; también es un destino que conquista por el paladar. 

Aquí, cada bocado cuenta una historia: la del mar Pacífico, la de las cocinas familiares, la de Oaxaca y su tradición milenaria.

Imagina un día de playa perfecto que termina con unos tacos de camarón recién salidos del mar, marinados en limón y cerveza, con guacamole casero y salsas que despiertan todos los sentidos. O un huachinango a la talla, a las brasas, bañado en salsas de chile costeño mientras disfrutas de la brisa frente al océano.

La cocina local también guarda tesoros que vienen de más lejos del mar. El mole negro, con su mezcla de chiles, especias y un toque de chocolate, es un abrazo cálido servido con pollo o mariscos. Y si buscas frescura, nada como un buen ceviche con pescado recién capturado, acompañado de mango, cilantro y chiles que le dan ese toque caribeño pero con alma oaxaqueña.

No te vayas sin probar una tlayuda: una tortilla enorme y crujiente cubierta de frijoles, quesillo, carne asada y vegetales. Es la “pizza oaxaqueña”, perfecta para compartir en grupo después de una tarde de surf. Y para los más aventureros, el aguachile de camarón con pepino, aguacate y chiles que explotan en cada mordida es la opción que no decepciona.

El recorrido de sabores continúa con las variedades de mole oaxaqueño –verde, coloradito, almendrado–, cada uno con su carácter único, y las clásicas tostadas con mariscos frescos, ideales para un almuerzo ligero frente al mar.

En Puerto Escondido, la gastronomía no es solo comida: es cultura, identidad y hospitalidad. Comer aquí es descubrir que la magia del destino también se vive en la mesa.

Así que, cuando vengas, déjate guiar por tus antojos. Explora mercados, fondas familiares y restaurantes junto al mar. Te prometemos que cada platillo será parte de tu recuerdo de Puerto.

Puerto Escondido no solo se visita… ¡se saborea!